14 septiembre 2005

El Velatorio de Pepo


Despedida de Ricardo a Pepo

10 – Diez
EL VELATORIO DE PEPO


Lo trajeron en una jaula.
Pepo lo llamó Noemí.
Recién le estaban saliendo las plumas
Yo estaba triste porque sabía que para tenerlo en casa se lo tuvieron que sacar a la madre loro, quizás matarla.
Pepo buscaba a la mamá, y la encontró, a la mejor del mundo.
Noe, enseguida se lo colocó en el hombro y comenzó a rascarle la cabeza con la uña del dedo índice. Pepito se entregó a las caricias de su nueva mamá. Y le saqué una foto, aún la conservo. Fue la última foto que le saqué a ma.
Ma, había sido dada de alta.
Estaba en casa muy contenta, lavaba ropa, después de varios meses internada y pasar por varios tratamientos.
Felices salíamos a hacer las compras y saludaba a todo el barrio.
Ella contenta porque estaba delgada, siempre quiso serlo y le sentaba muy bien.
Al otro día de traerlo al lorito a casa no quería comer la polenta que es lo q nos habían dicho que teníamos que darle.
Mamá le preparó la harina de maíz con una clara de huevo revuelta y con azúcar, comenzó a comer y a sentirse bien.
La adoptó como su propia madre.
Al tiempo mamá fue vuelta a internar y no retorno a Coronado.
Pepo la llamaba.
Era la segunda perdida del animalito en muy poco tiempo.
Era mi segunda perdida después de mi Pulga también.
Pasaron los años y la seguía llamando. Se hizo compañero de papá. Con el tiempo dejó de nombrar su nombre.
A mi no me podía ni ver el loro, desde el día en que le salvé la vida.
Si, lo salvé y desde eso no dejó que lo acariciara ni lo tocara más. Hoy me pregunto por qué.
Se cayó de la mesa al piso, Sultán nuestro perro malo, estaba esperando ese momento desde que lo trajimos a casa, por celos, se le abalanzó y yo de un manotazo se lo saqué de sus fauces.
Pepo tomó mi manotazo como una agresión hacia él, me mordió hasta sangrar, lo salvé de la muerte y el mató nuestra amistad.
Será que quería morir e ir con sus dos madres y no lo dejé ?
Yo lo quería mucho pero el no me perdonó dejarlo vivir.
Los dos seguimos viviendo, él se llevaba muy bien con papá y yo no tanto, no hablábamos mucho.
Después de muchos años, una mañana apareció muerto en su jaula, al verlo me puse muy triste y pensé, mandale saludos a tu mamá y a la mía.
Ricardo se levantó, y se puso a llorar como un chico.
Yo tenía que ir a trabajar asi que lo pusimos en una caja de zapatos, le pedí a papá que se calmara y salí de apurado como siempre.
Cuando llegué a la oficina, mis compañeros me dijeron: -Llamó tu papá , dijo que cuando llegues lo llames-
Qué más puede pasar...? - pensaba... y comencé a marcar el número.
Atendió. cómo lloraba ! nunca lo había sentido así desde que Ma se fue.
Se fue mi compañero. Gritaba, lloraba, y yo no sabía que hacer.
No lo voy a enterrar, lo voy a embalsamar me decía !
Pero cómo vas a hacer eso,? con que dinero ? sale caro pa! yo le decía...
Me dejó mi amigo! lloraba...
Calmate, cuando llegue a casa vemos que hacemos.
Trabajé pensando en que haría cuando llegue, no podía pedir por eso salir del trabajo me dirán que estoy loco - pensaba.
Hasta que en casa me encontré con una escena de Almodovar.
Papa sentado en el sillón, Pepo dentro de su ataúd de cartón sobre una banqueta al lado.
Era su velatorio
Lloraba, y no lo podía contener. -Se fue mi amigo-gritaba,
lo entiendo se pego mucho a Pepo después de la muerte de mamá.
Charlando lo convencí de enterrarlo en el terreno.
En su cajón papá le puso esta nota:


"17.01.92

29.11.00
8 AÑOS
10 MESES
12 DÍAS
PEPO
MI AMIGO
QUERIDO
NO TE VOY A
OLVIDAR"

Al leerlo me puse a llorar mientras hacía su tumba con la pala en la tierra.
Le puse unas piedras arriba para no pisarlo.
Ricardo no quiso ver el entierro, cuando entre a la cocina con los ojos rojos, lo miré a papá lo abracé y le dije llorando:
"Ya Pepo está con mamá"
Después de años y por la reforma de la casa encontré la jaula de Pepo y eso me trajo este hermoso recuerdo.
El cuerpo es como una prisión para el alma, cuando lo dejamos, nos reencontramos con los que amamos.
Ya no sufro más por que parten los seres queridos, los disfruto, se los digo, se los demuestro, mientras los tengo a mi lado.
Tarde o temprano se abrirá la puerta de la jaula terrenal, y nos estarán esperando.
En las mañanas tranquilas de Coronado, a veces me parece escucharlo gritando: "La papa para Pepo, NoemiiiiiiiiII"
y alguna carajaeda que ma le enseñó.

Enrique Morel

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