28 agosto 2005

Corazones


Corazones en el Jardín Coronado

8 – Ocho
CORAZONES


Corazones lastimados
Invierno.
Dolor en el pecho.
Tristeza en la mirada.
Noches largas de frío.
Días cortos de hastío.
Corazones lastimados.
Por no poder desapegarnos.
Por la firmeza de nuestras ideas.
Por temor a ser felices, sombríos.
Corazones lastimados.
Por no jugarnos.
Por no aceptar al mundo.
Por remar contra el destino.
Corazones Lastimados.
Cicatrizados a la fuerza.
Ulcerados hasta el alma.
Putrefactos casi, pero vivos.
Corazones lastimados.
Vendados por gasas de conformismo.
Enyesados, entumecidos.
Suturados con pasatiempos, sin hilo.
Corazones lastimados.
Dando todo para sentirnos vivos.
Buscando, y rebuscando
Quemando las horas, disconformismo.
Corazones lastimados.
Hasta el día que nos reconocimos.
Tu amor me sana
Mi amor te cura
Juntos ahora laten su destino.
Corazones sanados.
Primavera.
Libres ahora vuelan su camino.
Repican su inaudible sonido.
Solo vos y yo lo escuchamos.
Cuando a la noche en silencio
Apoyamos en el pecho el oído.

Enrique Morel

23 agosto 2005

Cañaveral


Nuevo Cañaveral del Jardín Coronado

7-SIETE
CAÑAVERAL


Que hermosos se ven los barriletes en el cielo, acariciando a Dios.
Las cañas secas se agitaban con el viento del Otoño de Coronado.
Que lugar inaccesible y misterioso era, el impenetrable, el cañaveral de la otra cuadra.
Para ingresar había primero que saltar el arroyo ya que no había puente. Tomar carrera y dar ese salto enorme, no todos los chicos se animaban a hacerlo.
Con el sol las hojas ya amarillas de las cañas parecían de oro.
Pero teníamos q entrar, era época de hacer los barriletes.
Buscar la madera justa para hacer mi Media Bomba Media Estrella, o la Estrella.
Cada pibe salía del impenetrable con su caña y se dirigía a su casa.
Papá era muy bueno haciendo cometas, en especial haciendo los tiros, los medía con la precisión de Tornero que era su profesión.
En la cuadra había chicos que los hacían con papel barrilete, nosotros no podíamos ya que era caro asi que los armábamos con papel de diario y los que armábamos nosotros eran los que llegaban más alto de todos.
Volviendo a la caña tenía que ser una especial, ni muy gruesa, ni muy fina, flexibles, seca y fácil de cortar.
Papá se encargaba de cortarla en cuatro para poder armar dos cuadrados, despues se cruzaban y boalá nuestra estrella estaba lista para empapelarla.
Esa era una tarea delicada, el engrudo tenía que estar con la consistencia justa, el grosor del dobles del papel tenía que ser lo suficientemente corto para que no pesará mucho y lo delicadamente estético y fuerte para que resista el viento.
Una vez seco venían los Tiros a cargo de Papá.
Seguido venían los flecos y la cola.
Los flecos los cortábamos con ale y los pegábamos con sumo cuidado alrededor del hilo circundante de las puntas de la Estrella.
Luego entraba en la confección también mamá, era la encargada de hacer la cola, pareja y larga con alguna sábana vieja o recorte de un mantel que no sabíamos de dónde lo sacaba, yo creo que los guardaba especialmente para eso, nunca se lo pregunté.
Llegaba el momento de la verdad. La primer prueba.
Subíamos los cuatro a la terraza, papá nos comandaba y era el comandante en jefe de aquel objeto volador identificado.
Pasábamos horas remontándolo. Hasta que comenzaba el frío, y bajábamos a tomar la leche.
El cañaveral no existe más.
Un verano caluroso se incendió. Todos los vecinos hicieron lo posible por apagarlo pero no hubo caso, ni una caña quedó.
Con los años lotearon el terreno, los compraron y hoy hay casas en el lugar q ocupaba.
En algunas casas, tienen cañas como setos naturales para conservar la intimidad, al verlos cada día que paso cuando me dirijo a mi trabajo me acuerdo de nuestro viejo y querido cañaveral.
Y cuando miró a los chicos remontando barriletes plásticos me acuerdo de las Estrellas Voladoras que papá nos enseñó a armar.

Enrique Morel

18 agosto 2005

Fuegos artificiales


La espera del perro

6-SEIS
FUEGOS ARTIFICIALES


Recuerdo las fiestas de fin de año de mi infancia.
Siempre terminábamos Bayo y yo debajo de la cama de mamá.
La Abu, de un lado de la cama, llamándome para que vuelva a la mesa.
Bayo, mi perro amigo y compañero, tenía el mismo miedo que yo a las explosiones.
Siempre pasaba lo mismo.
Cuando comenzaban los estruendos, los dos bajo la cama nos mirábamos aterrados y yo lo abrazaba y le decía: “ Ya va a pasar Bayito”.
Con mi can teníamos una relación muy especial, éramos hermanos.
En esa época no se hablaba del horóscopo Chino, ahora sé que soy del signo Perro y de metal.
Bayito era un perro mediano color beige claro. Jugábamos juntos y corríamos por el parque de la casa de Coronado.
A la noche dormía sobre una bolsa de alpillera dentro del comedor, al lado de la mesa.
El juego favorito de él era jugar a que yo le sacaba la bolsa: la pisaba con las patas de adelante, desafiándome a que vuelva a intentar sacársela, parecía reír conmigo y siempre me dejaba ganar, pero yo le devolvía su cama para que duerma más cómodo.
Guardián y atorrante por naturaleza, nunca lo pudo agarrar la perrera que era el terror de los chicos de cuadra.
Cuando se divisaba el camión todos gritábamos “¡Viene la perrera!” y todos corríamos a proteger y salvaguardar a nuestras mascotas.
Pero un día nos tomó por sorpresa. Cuando nos dimos cuenta Bayo tenía el cordel en el cuello y lo querían subir para meterlo en el camión que era una cámara de gas.
Salimos con mamá y Ale a los gritos, mamá le decía al asesino de todo menos bonito, nosotros llamábamos a nuestro perro a los gritos.
Y pasó lo inesperado: ante los gritos y malas palabras el hombre que lo sostenía se distrajo y aflojó por un segundo la cuerda y Bayo escapó.
También me acuerdo de los fuegos artificiales de la Kermesse de la Plaza Manzanares.
Una lluvia de luces y de explosiones que hacían que mi compañero y yo la pasáramos bajo la cama grande temblando.
Y no había forma de que nos sacaran de allí hasta que terminaran.
Con los años Bayo y yo no jugábamos tanto, yo me hacía adolescente y él viejo, con mis 13 años él cumplió noventa y uno; canoso y todo a veces reía y trataba de hacer el juego de la manta de arpillera.
Una mañana calurosa no se despertó.
Lo enterré en el fondo con su mortaja de arpillera, junto a las gallinas, gatos y otras mascotas de nuestro cementerio de animales.
Lloramos mucho con mamá, se había ido nuestro amigo, mi hermano.
Fue el primer ser que se alejó de esta vida y mi compañero de fobia a las explosiones.
Con el tiempo superé esa fobia, Bayo nunca pudo.
En mi corazón vive mi preciada mascota y en las fiestas o cuando hay fuegos artificiales en Coronado, voy y miro debajo de la cama y le digo a Bayito :” Ya va a pasar...” y en las noches tranquilas cuando no sopla ni el viento me llama ladrando al fondo para jugar.

Enrique Morel

16 agosto 2005

Tormenta de verano



Arco Iris en el Jardín Coronado



Tormenta en Coronado


5 - CINCO
TORMENTA DE VERANO


Coronado es caluroso. Típico de la pampa ondulada.
Sobre el cerro que se emplaza nuestra casa, se veía a la lejanía - recuerdo - cuando era pequeño.
Salía a la vereda y el arroyo pasaba por la mitad de lo que es la calle, lo sigue haciendo ahora entubado bajo el asfalto caliente.
Las tormentas de verano eran esperadas por todos.
A pleno día cuando el cielo se cubría de nubes negras de golpe, aparecía esa gran raya negra q iba tiñendo el cielo a su paso, y el viento arrastraba todo lo que encontraba a su camino.
Las madres salían a la calle a llamar a sus hijos para que entren a la casa.
Los chicos corríamos hacia el interior aunque en realidad queríamos quedarnos afuera.
Comenzaba la tormenta y cada uno la miraba desde la ventana de su casa.
El caudal del arroyo crecía hasta el borde y se desbordaba arrastrando los tachos de basura con toda velocidad.
El viento movía las ramas de los árboles y producían un zumbido aterrador con crujidos incluidos.
El agua caía a toda velocidad y regaba las veredas desparejas de mi cuadra.
De repente la calma.
Nuestras madres ya no podían detenernos en el calor del hogar.
Instantáneamente e instintivamente salíamos corriendo a chapotear en el agua, embarrarnos, jugar y disfrutar de la frescura del agua de esa tormenta repentina.
El día terminaba con todos los chicos sucios, en cada casa era la lucha para bañarse, para no enchastrar el piso, para no pisar las alfombras, para no entrar así a la habitación encerada.
Llegábamos a la noche cansados y contentos de divertirnos con las cosas simples de la naturaleza.
Hoy las lluvias veraniegas no son lo antes.
En el asfalto apenas se forma un hilo de agua debido a los desagües fluviales.
El arroyo ni se escucha ni se puede ver encerrado y atrapado en el circular concreto.
Y los chicos... bueno... los chicos ya crecimos.
Pero las nuevas generaciones de Coronado no se mojan con la lluvia, prefieren estar en casa, conectados a Internet con el aire acondicionado.
Pero bueno,,, los tiempos cambian.
Miro por la ventana, se avecina una tormenta.
Voy a salir a caminar.
Querés venir conmigo ? - Te digo -
Si vamos - me contestás contento. Abrís el armario y buscás el paraguas.
Te miro y echó a reír.
Comienza a llover a la antigua (cómo decía mamá)
Compañero mío, abrimos la puerta, te tomo de la mano.
Dejamos el paraguas en el umbral blanco apoyado en el mármol.
Vamos a chapotear en los recuerdos mientras me bailas " I singing in the rain" de una manera cómica.
El agua purifica nuestras almas.
Nos besamos bajo esas gotas cristalinas que el universo nos ha regalado.
Ahora no hay tiempo.
Podés escuchar el arroyo como yo?


Enrique Morel



15 agosto 2005

Eclipse


Eclipse en Coronado


4 – CUATRO
ECLIPSE

La luna roja iluminó mi cara.
La humanidad siempre tuvo miedo, ese miedo inculcado a lo desconocido.
Yo no tuve miedo, me sentí maravillado, más aún estando a tu lado.
La naturaleza nos regalaba un eclipse.
Bajo la luz sellamos el pacto con nuestros labios.
Esa esfera colgada en el cielo tenia un volumen especial.
Y nuestros corazones latían al compás de la música universal del amor.
La humanidad siempre tuvo miedo.
Vos no tuviste miedo, estabas maravillado, estando a mi lado.
El clima era ideal para sellar aquel pacto.
Miles de años pasaron y nos reencontramos.
Miles de lunas, miles de eclipses, separaron nuestras almas.
Que nos separó? no lo sabemos.
pero si entendemos q ahora estamos juntos otra vez.
Nuestros labios se unieron bajo la luz anaranjada, comenzamos a brillar.
En ese momento miles de estrellas fugaces atravesaron el firmamento,
lluvia de estrellas sin tiempo como nosotros.
Hace tres lunas y un eclipse que estamos juntos.
El rito se cumplió como la profecía:
Dos almas que se encuentran, modifican el universo alrededor.
El tiempo se para.
El cielo se estremece.
La luna cambia su color.
Los amantes se aman hasta la eternidad.
Y Dios sonrió, al ver en su creación el amor.
La Humanidad está en camino - pensó - pasaron la prueba.
Sus ojos se llenaron de lágrimas y vio que era buena su creación.
Lloró de emoción.
La lluvia repentina, nos hizo correr dentro de nuestra casa, donde
hasta al amanecer hicimos el amor.

Enrique Morel

14 agosto 2005

El Maquinista


Estación de Villa Bosch y el antiguo tranvía Lacroze


3- TRES
EL MAQUINISTA


Siempre te inquietaron los trenes.
Subiste a cuanto tren existe.
Memorizaste sus estaciones.
Querías ser maquinista de tren eléctrico cuando chico.
¿Por qué esa pasión por ellos?
Trataré de explicarte.
¿Por qué tomaste tantos trenes?
¿Qué buscabas?
Buscabas una explicación.
Vagar por rumbos inciertos (¡qué peregrino!)
Vagar buscando sabe Dios qué cosa.
Vagar tratando de dejar el pasado atrás.
Pero te digo algo: el pasado siempre está atrás, el presente está a tu lado,
el futuro será el próximo paso que des.
¿Una explicación de qué cosa? ¿Para qué?
Hace falta amar para saber lo que es el Amor,
pero ¿se puede explicar el Amor?
NO.
¿Se puede explicar acaso qué es Dios. qué es un milagro, qué es exactamente una flor?
No todo se puede explicar.
¿Y los trenes me dirás, que hay con los trenes?
¿Y la vida me dirás, que hay con la vida?
Un tren es la representación más perfecta del transcurrir humano.
Nacimiento es Estación Principal.
Muerte es Estación Terminal.
Y la vida, las intermedias.
La vida, las estaciones, cada una tiene una anécdota.
Tu primer paso, tu primera palabra, tu primer dibujo, tu primera poesía, tu primer amor.
Bajaste en cuanta estación quisiste, buscando.
Cambiaste de línea, internándote en los recorridos más peligrosos.
Volviste a subir el primer tren, y pensaste: “quiero llegar a la terminal”.
Hay gente que se ha subido en la estación temporalmente para matar el tiempo.
Otra te acompañó más tiempo.
Tus amigos suben y bajan y te acompañan.
¿Y sabes una cosa?... de tu tren sos el maquinista.
Ahora sabés que alguien subió con vos al tren.
A la terminal no vas a llegar solo.
Otro ser descarriado eligió dejar de serlo.
Tomamos el tren justo, a la hora justa
sin boleto ni abono, turista y primera.
Tomamos al fin el tren que nos lleva juntos a la terminal.
Siempre te inquietaron los trenes.
Siempre te inquietó la vida.

Enrique Morel

12 agosto 2005

Sutilmente


El Paraiso del jardín coronado


Para Pulga, Noemí y Ricardo que son parte del amor Universal.

2 – DOS
SUTILMENTE
¡Y llegue al paraíso ! ( lo llamo así para que lo entiendas)
Qué lugar hermoso, luz, paz, tranquilidad, bondad, amor.
Reencontrarme con las almas milenarias, sabiendo que yo soy una de ellas, y sabiendo el por qué y el cómo de todo.
¡ Por cuántas vidas hemos pasado para llegar a éste conocimiento!
¿Por qué extraña razón tengo ganas de ver a mi amado?
Yo sé que mi lugar es éste ahora. Sé que vendrá a mi lado.
Aquí no hay tiempo (como nos pasaba cuando estábamos juntos).
Aquí no hay dolor (cuando nos cuidábamos mutuamente).
Todo es amor (como en cada segundo desde que vi tus ojos).
Tengo la necesidad de verte, aunque vos no me veas
Tengo ganas de acariciarte, aunque vos no lo sientas
Quiero caminar a tu lado, con ese paso único del cual aprendí su compás.
¡ Si supieras qué bello es este estado ! ... no estarías angustiado como sé que lo estás ahora.
¡ Si pudieras sentir lo que es ser parte del Universo ! (sé que antes igual sabías que lo éramos).
Te voy a contar un secreto.
Como soy parte del universo estoy en ningún lado y en todos lados al mismo tiempo.
Así que estoy a cada momento a tu lado.
Como antes. Como ahora.
Se lo que sentís, lo que pensás, todo lo que me extrañás.
Como no somos materia no puedo tocarte.
Sólo puedo hacer algo que vos ya habrás notado.
Me corporizo por instantes en las personas que te aman.
Sí, cuando vos decís "eso lo decía mi amado" ó "eso lo hacía mi amado", soy Yo
Sí, soy yo para darte una pista, para decirte estoy a tu lado.
Soy yo que te cuido y te cuidaré hasta el momento del encuentro final.
¿Notaste en los ojos de alguien mi mirada, notaste mi sonrisa, mi forma de caminar, mis reflexiones?...
Quizás notaste ese brillo en los ojos, quizás alguna caricia parecida.
Sí, mi bienamado soy yo, que me refundo en las sensaciones y en los cuerpos de aquellos quienes te acompañan.
“Por qué” - preguntarás.
Como no puedo hablarte salvo que me incorpore en tus sueños, me expreso así.
Soy parte de todo y parte de nada.
Soy tu dolor y tu alegría.
Soy la lluvia y el sol.
Soy las flores de los jardines y las espinas.
Y siendo el Alfa y el Omega, también soy parte tuya.
El infinito es nuestro amor, ya lo verás.
Pronto seguiremos el camino.
Pronto comprenderás el motivo de la vida en la tierra.
Pronto entenderás por qué pasaron como tuvieron que pasar las cosas
Mientas tanto... me verás y estaré a tu lado
Sutilmente.
Sé que te diste cuenta ya.
Sé que escribiste esto porque descubriste el secreto.
Sabés que estoy parado a tu lado con mi mano en tu hombro, dictándote estas palabras.
Y ahora tenés la certeza que aquello que escribís lo hacés directamente con tu corazón.
Volando en las alturas.

Enrique Morel

11 agosto 2005

La piedra filosofal


Galpón de mi casa en Coronado


Palabras, fluyan hacia el entendimiento y háganse comprensibles a quien las lee.
Dios, guía mis manos para ser claro y honesto con mis sentimientos y esencia.

1-UNO
LA PIEDRA FILOSOFAL

De chico quería ser alquimista.
Jugaba en el fondo de mi casa con latas de paté y de tomates, para fabricar y conseguir la tan ansiada piedra filosofal.
Si todo se convertía en oro, seríamos millonarios.
Pero este asunto de que todo se convirtiese en oro me llenaba de miedo a su vez.
“¿Y si esta piedra se cayera al piso? ” -pensaba- “todo sería de oro”.
¿Para qué tanto trabajo en mis fórmulas mágicas si todos iban a ser ricos?...
Entonces una de mis preocupaciones era cómo mantener esa piedra aislada para que sólo yo tuviese ese poder.
Inventaba aparatos con ramas e hilos. Pero todos los bosquejos fallaban.
Todos los elementos, en cierto momento, tenían que estar en contacto con esa piedra y por su gran poder, el hilo sería de oro, las ramas serían de oro, y si por error la tocaba yo mismo con mis dedos, yo sería una estatua dorada también y chau alquimista.
¿Será por eso que nunca la descubrieron, o si lo hicieron, su descubridor estará quieto y tieso en algún laboratorio, solo con su descubrimiento y jamás salió a la luz por eso?
Mis pensamientos llegaban casi a la desesperación.
Cómo manipularla una vez que la descubra.
Llegó a mi conocimiento algo que se llamaba magnetismo.
“Esa es mi solución” - pensé.
Leí sobre los campos del magnetismo, probé con imanes que se atraían y repelían.
Pero tampoco funcionaban en las piedras.
Todas los objetos tienen su polo, la tierra es un gran imán, pero yo no podía conseguir manipular una piedra sin tocarla.
Me enteré que los Egipcios supuestamente hacían levitar a las piedras para construir las pirámides.
Ellos seguro conocían el secreto de cómo manipular la piedra filosofal.
Y descubrí que todo eran suposiciones, que no dejaron nada escrito de su tecnología.
Después me interesé por la telequinesia, pero mi mente no tenía suficiente poder para mover un pequeño canto rodado.
Años buscando la solución, y finalmente nunca me puse a buscar cómo obtener la piedra filosofal.
Dejé abandonados en el taller mis elementos de magia y alquimia.
Después de años y ahora de adulto, me di cuenta que soy lo que soy gracias a mi curiosidad.
Sé de muchas cosas, leí de todo, aprendí mucho, me falta mucho todavía.
Pero la búsqueda de mi piedra me abrió el camino hacia la iluminación del saber.
En el fondo de casa, fui al viejo taller de alquimia después de la muerte de mamá.
Estaba todo intacto. Y descubrí algo que increíble e inexplicable.
Dentro de una de mis latas encontré una pequeña hormiga al lado de mi canto rodado.
La tome con una pinza y descubrí que era de oro puro, brillante, hermosa, con sus antenas y patas conservadas.
Mi cuerpo comenzó a temblar.
“¿Qué hago ahora? ¡Puedo ser rico! “, me envolvió otra vez el miedo a la piedra y el no poder manejarla. No sabía qué hacer.
De alguna manera la lata de conserva de tomates había aislado a la piedra.
“ ¿Pero si cayese en malas manos, si fuese usada para el mal? “.
La posibilidad de ser multimillonario rondaba por mi cabeza.
Pero tomé una decisión que cambió para siempre el rumbo de la historia.
Cerré el taller.
Dejé todo como estaba e hice de cuenta que jamás vi lo que pasó.
Nunca conté a nadie de esto.
Ahora, cuando se acerca el final de mis días confío en ti. Guarda este secreto.
La alquimia existe pero la gente no está preparada aún para este cambio.
Todos somos oro, valencias expectantes en nuestras moléculas de más o de menos.

Enrique Morel